En este mundo raro, un álbum sincero compuesto por 13 canciones en la mejor línea de Los Secretos, esa de pop de querencia acústica aderezada con pinceladas de country y arreglos de raíz americana.

La canción que da título al disco abre el minutaje con ese cierto aire country, el mismo que tiene Buena vida, mejor vino. Pero dominan el disco otros ambientes más poperos, como Sólo quiero que me digas la verdad y Enséñame a dormir. Si alguna vez has cantado un tema de Los Secretos, a lo mejor es pertinente que sumes estos dos medios tiempos a tu cancionero, ya sea en privado o en el espejo público. Trenes perdidos corta ligeramente el ritmo, pero es uno de esos momentos de frágil introspección en los que no es recomendable mirar por la ventana si al otro lado las parejas se besan y abrazan bajo la lluvia. En Desapareces y Por segunda vez la banda recupera el pulso más animado gracias a una sección rítmica que parece que no hace nada, pero lo hace todo. Como si no costara trabajo.

Como es habitual en todos los discos de estudio de Los Secretos, en esta ocasión también hay espacio para una versión. Se trata de Lágrimas sin nombre, de los casi desconocidos The Cages, que sólo llegaron a editar un álbum. En el tramo final hay al menos tres cortes que suenan a clásicos instantáneos de la banda: Has llegado un poco tarde, Quererte por querer y Soñadores, canciones animosas en lo musical que crecerán exponencialmente en directo y que asombrosamente dejan una sensación de esperanza, a pesar de unas letras que plantean más bien todo lo contrario. Sin aire es otro momento emotivo, pero no tanto como el corte 12+1 (el 13, vaya), Bailando con la luna, en el que un Álvaro más lírico que nunca se despide acompañado por un piano.“Subí deprisa como la espuma/ para acabar bailando con la luna/ un corazón bailando con la luna”, dice el tema.

Fuente: rollingstone.es