EL ARTE DE LA SENCILLEZ
La vida sencilla. El por qué de las cosas.
Los Secretos han rodado cinco años más por las carreteras ibéricas y reforzado su espíritu de hermandad, su pasión por la música, por cantar al alimón con los públicos de norte y sur… Melodías con vida propia en la tradición popular. Un lustro sin nuevas canciones entre contratiempos y desesperanzas. La lesión en la mano prodigiosa de Álvaro podría habernos dejado sin uno de los mejores guitarristas del rock español de siempre. Y Álvaro Urquijo no graba por grabar, por cumplir el expediente. De modo que lo que sucede conviene o no hay mal que por bien no venga. Y el resultado se titula “En este mundo raro”, el nuevo álbum de Los Secretos y amigos, incluido el productor Carlos Narea, el mismo que produce a Miguel Ríos o produjo “El momento” de Nacha Pop o el primer disco de Antonio Vega.
La autoexigencia aumenta con el tiempo y este quinteto madrileño de soñadores, que se resiste a perder el sentido del juego, de la diversión, de disfrutar haciendo lo que más le gusta, ha buscado un repertorio que se merezca con el patrón de sus mejores canciones. Versos escritos con oficio y belleza, con alma, bien cantados, coros a la americana, sentidos, acompañados de guitarras armónicas, solos sutiles y gentiles, y una base rítmica única e inimitable, imaginativa, directa. El sonido de Los Secretos tan reconocible, avivado, enaltecido por su amor al arte y, como nadie regala nada en este mundo, por esa ardua cuota de sufrimiento pagada por el camino y por el trabajo en equipo. La procesión va por dentro y si se saca, si se exprime en forma de canciones, escuchamos la revolución emocional.
La voz de Álvaro en el tema lírico final de este disco, “Bailando con la luna”, acompañada de unos arreglos lúcidos, laboriosos y emocionantes de Jesús Redondo, amarrada con todo el alma a la vida y la esperanza, a seguir adelante, conmueve mucho más allá del estilo Secretos. El cénit de la sencillez que compunge, el esplendor de unos musicazos de verdad, humildes, sin trampa ni cartón, en los días del famoseo, del disfraz, de la mascarada expandida. Eso tan difícil para muchos tan imposible de conseguir que es lo sencillo. Actitud rock con mucha onda pop. La vida es pop que diría Juan de Pablos, uno de sus primeros mentores radiofónicos junto a Gonzalo Garrido y Manolo Fernández.
“Solo sé que no sé nada”, la célebre frase del viejo Sócrates reverbera en las reflexiones con ánimo pausado de Álvaro Urquijo sobre este mundo raro en los días de madurez donde se suceden las preguntas sin respuestas… donde lo importante es que el corazón siga latiendo por alguien y por uno mismo. Los cinco, Álvaro, Jesús Redondo, Ramón Arroyo, Juanjo Ramos y Santi Fernández, han aportado temas propios. Escribía “amigos” porque José María Granados vuelve a estar presente con sus maneras de componer. Y ahí también aparece el gaditano afín al género Chema Vargas, que se diplomó durante sus colaboraciones varias con Antonio Vega, y se ha arrimado al piano de Jesús Redondo como Enrique Urquijo solía hacer en busca de canciones imposibles. Además hay una versión, “Lágrimas sin nombre”, que Álvaro guardaba desde los primeros ochenta, una pieza del grupo Cages que sólo editó un disco. Una versión como Los Secretos hicieron al grabar “Sobre un vidrio mojado” o Álvaro en su disco en solitario cuando adaptó a Ian Gomm en “Sólo para jugar”.
Santi Alcanda